Al inicio del 2020, y antes de que se decretara el primer estado de alarma en España en marzo, tuve tiempo de correr mi última media maratón en Sevilla y de viajar a Italia para conocer Milán y Florencia. Todo ello sin tener idea de lo que después nos vendría encima y de que en ese país se produciría el mayor índice de contagios del mundo. El virus me paso de refilón por primera vez.
Dio comienzo el confinamiento, con las mascarillas como bien escaso, y viví el miedo en cada salida que hacía para comprar en el supermercado. Era el respeto por algo de lo que no teníamos conocimiento y por la incertidumbre del qué pasará. Las primeras semanas se pasaban rápido pero con el tiempo, al no ver luz al final del túnel, los días eran más eternos y cada aplauso de las tardes nos creaba una sonrisa de esperanza por acabar con algo que aún continúa después de casi un año.
Tras 50 días nos dejaron salir a hacer deporte y jamás vi tanto aficionado al running ni tanta gente subiendo al famoso cerro socorro de Cuenca como en aquel momento. Había ganas de liberar el cuerpo y sentir el aire fresco. Pero el virus continuaba arrasando con los hospitales por encima de sus posibilidades, las malas noticias en televisión no paraban de salir y las mascarillas se volvían obligatorias para intentar frenarlo.
Cuando se levantó el estado de alarma mi vida me llevo a pasar 6 meses en Madrid, donde llegue a pensar que era asintomático porque veía imposible que no me hubiera contagiado después de pasar tanto tiempo entre viajes en metro y reuniones con más gente por trabajo. Pero más allá de la realidad, simplemente estaba haciendo las cosas bien o la suerte estaba conmigo. Nunca había que confiarse.
En septiembre empecé a trabajar en Castilla y León Televisión, donde se siguen unas estrictas medidas de seguridad para evitar los contagios. Hay que desinfectar el equipo cada vez que se coge y se deja, limpiar las cámaras de plató después de cada grabación, también el coche antes de bajar de él, con gel de manos a cada esquina, etc. En esta comunidad autónoma he vivido la segunda y tercera ola del coronavirus, y cualquier precaución fue poca porque al final, después de cuatro meses aquí, he terminado siendo positivo sin saber cómo.
Ya han pasado mis 10 días de aislamiento y puedo decir que he superado el covid, al menos por ahora. Lo he pasado muy mal, sobre todo en los primeros días en los que llegue a tener mucha fiebre, malestar general, sin olfato ni gusto y una disnea horrorosa que no había tenido nunca y que no me dejaba respirar. Poco a poco fui mejorando, siendo fundamental tomar vitaminas C y D junto con una alimentación saludable, mucha agua y reposo. No he acabado en el hospital pero podía haber pasado ya que tenía antecedentes de asma, en esta ocasión mi cuerpo ha sido más fuerte y no he tenido consecuencias más graves pero hay que tener mucho cuidado porque es un virus muy fuerte que te ataca a los pulmones y que hay que tomarse muy en serio. Esperemos que la vacuna haga que este mundo vuelva a la normalidad y que esta pesadilla termine cuanto antes.
Para terminar, es de agradecer todas las muestras de cariño por parte de mis compañeros de trabajo, familia y amigos más cercanos que se han preocupado por mí, han sido muy necesarios. Seguimos.
Primer día de vuelta al trabajo grabando para “Castilla y León Directo”.